BELISH: «"UN GRITO DE AMOR" ES UNA HONESTA REFLEXIÓN SOBRE EL AMOR EN SUS FORMAS MÁS PURAS Y CRUDAS»

Con un nombre inspirado en el de la playa donde «sentí una profunda conexión conmigo mismo y con la naturaleza, algo que me ayudó a canalizar muchas emociones a través de la música», la de Beliche en el Algarve (Portugal), BELISH inicia su «nueva revolución electro-emocional» con Un grito de amor (2025); un LP de nueve cortes que fue adelantando a lo largo de 2024. BELISH combina, con aire indie, un amplio abanico de estilos que van del ambient al EDM con referentes como Moderat, The Blaze, Bonobo o Caribou. Y el resultado es una música electrónica bailable, de ritmos envolventes y letras sinceras y emotivas con el mar y Corrubedo de fondo... y el corazón en la mano.
Foto © Noemí Espinar Suñé (@cormoran.atelier)
Detrás de BELISH está Enric Pellicer, productor y compositor que, desde el entorno natural de Corrubedo empieza a lanzar canciones. ¿Cómo nace el proyecto?
BELISH: «El proyecto surgió como un propósito personal y vital de atreverme a crear música y acabar lanzando un primer álbum.
Durante toda mi vida estuve involucrado en el mundo de la música, tocando la guitarra y en un grupo formado con mis amigos, pero nunca me había atrevido a componer en solitario. Cuando me proponía componer por mi cuenta me quedaba en blanco, no sabía cómo continuar una idea y lo posponía. Y cada año me decía lo mismo: este año voy a componer, cogeré la guitarra y escribiré canciones, pero por una o por otra cosa, todo acababa en ideas guardadas en forma de vídeos en mi móvil.
Y ese “querer y no poder” se me quedó clavado como una espina. Y no fue hasta que cumplí los 30 que me propuse dedicar mi tiempo y mi vida al completo en hacer música. Todo un reto que llevaba persiguiéndome desde pequeño».
Tirando más del hilo, ¿cuál fue, y cómo recuerdas, tu primer contacto con la música? ¿Y tu acercamiento a la música electrónica?
BELISH: «Mi primer contacto con la música fue bastante natural. En casa siempre sonaba música, desde clásicos del rock hasta canciones más alternativas. Recuerdo pasar horas escuchando y tratando de entender cómo se construían esas canciones, fascinado por las melodías y las emociones que transmitían. La guitarra fue mi primer instrumento y, a partir de ahí, empecé a introducirme de manera más visceral en el mundo musical, creando mi primer grupo y escribiendo canciones.
En cuanto a la música electrónica, fue algo que llegó un poco más tarde. Lo descubrí cuando tenía 14 años por Quim, un casi-hermano mío que me sacaba 16 años y me presentó grupos que me marcaron toda mi vida y me dieron la entrada en la electrónica: Caribou, Portishead, Massive Attack, Hot Chip, Friendly Fires, Animal Collective, etc. Me quedé enamorado de esa música y de cómo la electrónica podía llevarme a estados casi hipnóticos, creando atmósferas intensas y únicas. Fue entonces cuando empecé a adentrarme en este nuevo mundo para mí, junto con la música rock. Ese equilibrio es lo que intento aportar hoy tanto en mis canciones como en las sesiones de Crooked Savage (DJ Belish)».
¿Cómo llega un catalán a hacer de Corrubedo su casa? Por tus redes sociales sabemos que en furgoneta, pero... ¿por qué Galicia y Corrubedo en particular?
BELISH: «Mi pareja y yo dejamos nuestras vidas en Barcelona para comenzar una nueva aventura: vivir en una furgoneta y viajar por el mundo. Necesitábamos escapar, alejarnos de todo tras una historia muy dura que nos marcó profundamente: la lenta y dolorosa pérdida de nuestras madres. Sí, la mía y la suya.
Durante meses recorrimos diferentes lugares buscando sanar y aprender a llevar el duelo. El sitio donde más tiempo vivimos fue en el Algarve, al sur de Portugal. Pasamos casi un año en Sagres, hasta que las leyes absurdas contra la vivienda ambulante nos obligaron a dejar el país. Fue entonces cuando nos hablaron del Barbanza y decidimos conocer Galicia.
El primer lugar al que llegamos fue la playa de As Furnas, en Xuño. Y, como si el destino quisiera guiarnos, el motor de nuestra furgoneta murió allí mismo. Sin hogar sobre ruedas, tuvimos que buscarnos la vida desde cero, empezando por encontrar un techo. Pero, en el fondo, creo que no perdimos nuestra casa, sino que la encontramos.
Descubrimos Corrubedo y sentimos una conexión inmediata con la naturaleza salvaje que rodea el pueblo. Las playas de arena y roca, el mar, el monte y la calma de la gente crearon el entorno perfecto para que un sueño que llevaba escondido desde niño tomase el protagonismo que merecía: dedicarme por completo a la música. En Corrubedo encontré un ritmo de vida más conectado con la naturaleza y con una libertad que me inspiró mucho tanto para mi música como para mi día a día. Es un lugar que me permitió detenerme, escuchar y crear sin prisas».
Foto © Noemí Espinar Suñé (@cormoran.atelier)
Descubrimosque «BELISH» viene de Beliche, playa del Algarve (Portugal), ¿por qué escoger este espacio para nombrar esta nueva aventura?
BELISH: «Beliche fue un lugar muy especial para mí durante ese tiempo en el Algarve. Pasamos muchos días allí, entre el mar y los acantilados, en una playa salvaje y tranquila que se convirtió en refugio en los momentos más duros del duelo. En ese espacio sentí una profunda conexión conmigo mismo y con la naturaleza, algo que me ayudó a canalizar muchas emociones a través de la música.
El hecho de gestionar varios años de sufrimiento y ansiedad vividos me reclamaba una vía de escape para no volverme más loco de lo que estoy y, esa salvación, fue el surf. Cuando empecé a adentrarme en el mundo del surf algo dentro de mí cambió y empecé a surfear como la única manera de alejar mis ansiedades.
Cuando mi madre murió fui a tirar sus cenizas a la isla de Menorca, dónde ella y yo veraneábamos cada año. Y al surfear siento la presencia de mi madre en el mar, en las olas. Quizás es algo complicado de entender, ya que suena un poco hippie, pero mi cabeza lo utiliza como un mecanismo para gestionar el dolor.
Elegí el nombre “BELISH” como una especie de homenaje a ese lugar y al proceso de transformación que allí experimenté. Para mí representa la fuerza de reinventarse, de encontrar la belleza y la luz incluso en los momentos más oscuros. Fue el punto de partida perfecto para esta nueva aventura musical, llevando conmigo esa esencia de libertad, emoción y conexión con la naturaleza».
BELISH es un proyecto de reciente creación, pero tú ya tenías experiencia en el mundo de la música electrónica como DJ Crooked Savage, el tuyo otro alter ego. ¿Cómo dirías que se retroalimentan ambas facetas?
BELISH: «Justo esta semana borré definitivamente el nombre de Crooked Savage. Cuando llegamos a Galicia yo trabajaba como profesor. Llevaba muchísimo tiempo sin tener un grupo de música, sin tocar la guitarra, muy desvinculado con la música. Pero llevaba mucho tiempo con una idea que no me dejaba dormir; dedicarme a la música.
Y entonces nació Crooked Savage.
Dejé el mundo de la educación para empezar mi carrera musical y, el primer paso, fue como DJ. Empecé a pinchar en muchísimos sitios de Galicia, empezando y lanzando mi carrera hacia arriba en el Chiringuito As Furnas, justo en la playa donde se nos rompió la furgoneta. Desde entonces he pinchado en muchos sitios, pero cuando surgió la idea de la creación del álbum algo cambió. Y es que empecé a querer tanto hacer música que el mundo DJ quedó desplazado dentro de mis prioridades y, cada vez más, BELISH y Crooked Savage perdían sentido entre ellos.
Fue una decisión difícil, pero para mí Crooked Savage ha quedado como un recuerdo precioso de cómo empezó toda esta historia.
Aún sigo y, si todo va bien, seguiré pinchando, pero le doy muy poca importancia al nombre, ya que es más un hobby que no una pasión. Decidí utilizar DJ BELISH a partir de ahora, solamente para que a la gente le sea más fácil encontrarme en redes y vea en que estoy metido».
Foto © Noemí Espinar Suñé (@cormoran.atelier)
Defines tu música como «la nueva revolución electro-emocional», ¿por qué bautizarla así?
BELISH: «Cuando estaba en el proceso creativo me preguntaba muchas veces qué estilo estaba creando. Lo único que sabía es que era electrónica, básicamente porque todo está hecho con ordenador, pero no sabía que género especificaba mi música.
Uno de los fundamentos que quería que tuvieran mis canciones era que llegaran a transmitir las emociones que yo quería expresar. Es decir, que las emociones y los recuerdos que yo sentía se quedaran intactos en cada canción. La elección de los instrumentos, de los tiempos, del ritmo, de las voces y las letras... cada detalle está súper cuidado y bien elegido para impregnar esas emociones.
Y esto creo que es el punto fuerte de mi música; escuchas Un grito de amor y hay algo desgarrador, algo bonito pero triste, algo melancólico, algo precioso. Como digo: una revolución electro-emocional.
¡Y es la NUEVA revolución! En serio, no he escuchado casi nada parecido».
Sin embargo, en tu perfil de Spotify leemos «no me preguntes que estilo es porque ni yo lo sé»... Así que, sin etiquetas, ¿cómo describirías el sonido de BELISH?
BELISH: «Para mí, el sonido de BELISH es como un paisaje emocional en el que se mezclan texturas orgánicas y electrónicas, creando espacios que pueden ser íntimos e intensos a la vez. Me gusta jugar con los contrastes: momentos suaves, vulnerables, que de repente estallan en ráfagas de energía, casi como si la música respirara y tuviera vida propia.
No me gusta encajar en un solo estilo porque lo que hago nace más de una emoción que de un género específico. A veces suena a electrónica melódica, otras veces a indie o pop alternativo, con matices oscuros o brillantes según lo que pida la canción. Es como una banda sonora de las emociones que vivimos, sin límites, dejándome llevar por lo que siento en cada canción. El objetivo final es conectar, hacer que el oyente sienta algo real, ya sea bailando, llorando o simplemente dejando que la música lo lleve».
Cuentas que a la hora de componer tenías dos pósteres frente al ordenador: la portada del álbum In Colour (2015) de Jamie xx y la de Flume (2012) de Flume. ¿Quién más dirías que tiene, o tuvo, especial impacto en tu música? ¿De qué manera te inspiran estos, u otros, artistas?
BELISH: «Esos dos álbumes fueron fundamentales para mí porque representan dos maneras muy diferentes (pero igualmente poderosas) de entender la música electrónica.
In Colour de Jamie xx me inspira por su capacidad de generar emociones profundas a través de sonidos minimalistas, jugando con texturas y silencios de forma muy sutil. Por otro lado, el primer álbum de Flume, Flume, me abrió los ojos al lado más experimental y dinámico de la electrónica, con esas caídas impredecibles y esos sonidos que casi parecen orgánicos, pero creados digitalmente.
Además de ellos, hay otros artistas que han dejado una gran impresión en mí. Caribou, por ejemplo, con su evolución hacia sonidos más electrónicos sin perder nunca su esencia emocional, o Bonobo, que domina ese equilibrio entre lo intimista y lo experimental. También bandas como Moderat o HVOB, que consiguen crear atmósferas densas y envolventes, fueron claves para entender cómo jugar con las emociones a través de la electrónica.
Todos ellos me inspiran por su autenticidad y su capacidad de romper barreras entre géneros. No tengo miedo de tomar elementos del indie, del pop o incluso del rock y mezclarlos con electrónica si eso ayuda a transmitir mejor una emoción. Al final lo que busco es crear un sonido propio que respire libertad creativa, sin limitarme a un solo estilo».
Foto © Noemí Espinar Suñé (@cormoran.atelier)
Echando un vistazo a tus redes sociales, descubrimos que, en tu vida, la música comparte protagonismo con tu furgo, tus gatos, el surf, la naturaleza, los viajes... ¿Cómo dirías que estos otros intereses personales influyen en tu manera de crear?
BELISH: «Todo lo que forma parte de mi vida acaba filtrándose en la música de alguna manera. La libertad que me da la furgoneta y el hecho de vivir tan cerca de la naturaleza hacen que el proceso creativo sea mucho más intuitivo y conectado con lo que estoy sintiendo en cada momento. Componer junto al mar o en medio de la montaña da a las canciones esa sensación de espacio y respiración, como si la música también fuera parte del paisaje.
El surf también tiene mucho que ver con mi forma de crear. Hay algo muy especial en ese equilibrio entre calma e intensidad que se experimenta en las olas, esa espera paciente que de repente se transforma en una explosión de energía.
Y luego están los pequeños detalles cotidianos: mis gatos, que me acompañan mientras compongo, o mis viajes, que siempre traen nuevas sensaciones e inspiraciones. Todos estos elementos me ayudan a mantenerme conectado conmigo mismo y con mi música, haciéndola más honesta y real. Para mí, crear no es sólo escribir canciones, es una forma de expresar la vida tal como la vivo».
En enero llegaba Un grito de amor (2024), tu debut discográfico de nueve pistas. ¿Cuál es la idea detrás de este álbum? Idea que, por cierto, comenzó gestarse el 22 de noviembre de 2022...
BELISH: «Un grito de amor nació como una catarsis emocional, un espacio donde poder liberar todo lo que tenía dentro sin filtros. La idea del álbum empezó a gestarse el 22 de noviembre de 2022, una fecha que recuerdo bien porque fue uno de esos días en los que, sin planearlo, sentí la necesidad de sentarme a crear y dejar que todo fluyese. Ese día se abrió la puerta a lo que terminaría siendo el álbum: una honesta reflexión sobre el amor en sus formas más puras y crudas.
El título, Un grito de amor, surge de ese sentimiento de querer expresar algo tan fuerte que decirlo en voz baja no es suficiente. Es un grito que habla del amor en su sentido más amplio: el amor que cura, el amor que hiere, el amor que se pierde y el amor que te reconstruye. Cada uno de los nueve temas explora una de esas facetas, creando un viaje emocional que abarca desde momentos íntimos y vulnerables hasta explosiones de energía y libertad.
Musicalmente, el álbum también juega con esa dualidad. Hay canciones más delicadas y atmosféricas y otras con mucha fuerza electrónica, buscando ese equilibrio entre lo emocional y lo físico, entre lo que sientes en el pecho y lo que mueve tu cuerpo. Es un álbum muy personal, pero a la vez abierto a que todo aquel que lo escuche encuentre en él sus propias emociones e historias».
El disco llegaba después de meses de adelantos, teasers... lo de ir creando expectación ¿siguió algún tipo de estrategia, ibas lanzándolas conforme estaban listas...?
BELISH: «Lo cierto es que fue una mezcla de planificación y espontaneidad. Tenía claro que quería crear expectación en torno al álbum, pero también dejé que el proceso fluyese de forma natural. Algunos de los adelantos fueron elegidos estratégicamente porque representaban bien las diferentes facetas del álbum y ayudaban a la gente a entrar poco a poco en el universo de BELISH. Otros, en cambio, los lancé simplemente porque, en ese momento, sentí que era lo correcto, sin pensarlo demasiado.
También quería que el proceso creativo fuese algo compartido, no sólo entregar el álbum final y eso es todo. Por eso fui lanzando teasers, fragmentos de canciones y pequeños tracks que conectasen con la audiencia y les hiciesen experimentar la construcción del álbum conmigo. Creo que eso hizo que el lanzamiento final fuese aún más significativo, porque muchas personas ya sentían que eran parte de la historia desde el principio.
Al final, no seguí una fórmula establecida, pero intenté mantener un equilibrio entre la emoción del momento y una narrativa clara que guiase a la gente hasta el lanzamiento del álbum».
Foto © Noemí Espinar Suñé (@cormoran.atelier)
El puñado de canciones que recoge el largo conforman una especie de viaje nostálgico, tanto a momentos felices como tristes de la vida de cada uno. ¿Cuánto tienen de autobiográfico? ¿En qué, o quién, están inspiradas?
BELISH: «Las canciones de Un grito de amor son profundamente autobiográficas. Para mí, hacer música es un acto de honestidad brutal, y en este álbum quería abrirme completamente, sin máscaras. Cada canción nació de un momento o emoción muy específica de mi vida, desde recuerdos felices hasta heridas que aún estaban abiertas cuando compuse las canciones.
La pérdida, el amor, el dolor, la esperanza... son temas que recorren el álbum y que se nutren directamente de mis propias experiencias. La muerte de mi madre, por ejemplo, tuvo un enorme impacto en la forma en que entiendo las emociones y la forma en que las expreso a través de la música. También hay canciones que hablan del amor profundo, no sólo romántico, sino de ese amor que te reconstruye cuando estás roto, como el que viví con mi pareja durante nuestro tiempo viajando en camioneta.
Además de las experiencias personales, me inspiro mucho en la naturaleza y en los lugares que me han marcado. Lugares como el Algarve, Corrubedo o cualquier playa en la que perdí la noción del tiempo surfeando acaban filtrándose en las canciones, no sólo en las letras, sino también en los sonidos y atmósferas.
Aunque el álbum nace de mis vivencias, siempre he buscado que cada canción tenga algo universal, para que quien lo escuche pueda sentirse reflejado en ese viaje emocional, en los momentos de luz y también en los momentos de oscuridad. Al final todos llevamos dentro esos gritos de amor que a veces no sabemos cómo liberar».
Tu música tiene un fuerte carácter sentimental. ¿Hay alguna emoción que intentases capturar en una canción pero que sientas que nunca llega a sonar de la forma que la sientes?
BELISH: «Sí, totalmente. Una de las emociones más difíciles de capturar para mí es esa mezcla entre pérdida y aceptación; ese punto medio donde todavía duele, pero empiezas a entender que tienes que seguir adelante. Es un sentimiento complejo porque no es sólo tristeza o sólo esperanza, es como estar suspendido entre dos mundos. He intentado capturarlo en varias canciones, pero siempre siento que falta algo, como si las palabras o los sonidos no fueran capaces de transmitir completamente esa ambigüedad emocional.
También me cuesta traducir ciertos momentos de felicidad pura, esos que son tan intensos que casi da miedo perderlos. Porque cuando intentas ponerlo en una canción, a veces termina sonando demasiado simple o forzado. Capturar la emoción exacta, tal y como la siento, es un desafío constante, pero creo que ahí también reside la magia de hacer música: la búsqueda interminable para acercarse a aquello que no siempre se puede explicar con palabras.
De todos modos, también aprendí a aceptar que una canción no tiene que ser una copia exacta de la emoción, sino más bien una interpretación de ella. A veces, lo que no puedo decir directamente queda en los espacios entre las notas o en los silencios, y eso también habla por sí solo».
Además de estas emociones y sentimientos que comentábamos, ¿dirías que existe uno (otro) hilo conductor que una las nueve canciones del LP?
BELISH: «Sí, más allá de las emociones que recorren el álbum, creo que el verdadero hilo conductor de Un grito de amor es la idea de transformación. Cada una de las nueve canciones representa un punto diferente en ese camino de cambio: de la pérdida y el dolor a la aceptación y la esperanza. Es como un ciclo emocional en el que atraviesas las sombras pero terminas encontrando algún alivio o, al menos, una nueva forma de ver las cosas.
También hay un fuerte contraste entre lo íntimo y lo expansivo. Juego mucho con las dinámicas para que las canciones lleven al oyente desde espacios más recogidos y vulnerables a momentos de explosión emocional. Es un reflejo de lo que experimentamos en nuestro interior cuando pasamos por procesos difíciles: esa lucha interna entre guardar las emociones dentro o dejarlas salir con fuerza.
Por otra parte, la naturaleza también funciona como un hilo invisible que une el registro. La fuerza del mar, el paso del tiempo, la sensación de pequeñez ante la inmensidad... son imágenes y sensaciones que se filtran tanto en las letras como en las atmósferas sonoras. Es como si cada canción fuera una parada en un viaje personal, pero también universal, que habla de caer, de luchar y, en última instancia, de encontrar un cierto equilibrio».
Los temas de Un grito de amor tienen un gran peso instrumental dejando, a veces, la voz en un segundo plano. Sin embargo, vemos cómo parte de tu proceso creativo surge en acústico, la guitarra y voz... ¿Cómo trabajas las canciones? ¿De qué manera crecen desde que nacen como ese borrador en acústico que comentábamos hasta lo que escuchamos finalmente en el largo?
BELISH: «Mi proceso creativo suele empezar de forma muy sencilla e íntima, casi siempre con una guitarra o un teclado y mi voz. Me gusta que las canciones nazcan desnudas, sin adornos, para asegurarme de que la emoción central esté ahí desde el principio. Si una melodía o una letra logra tocarme sólo acústicamente, sé que tiene potencial para crecer.
A partir de ese boceto inicial, empiezo a experimentar con sonidos y atmósferas. Es en este punto donde el lado más electrónico cobra protagonismo. A veces, dejo que la parte instrumental cuente la historia o complemente emociones que la voz sola no puede expresar. Por eso, en algunas canciones la voz queda más en un segundo plano, fusionándose con el conjunto sonoro para crear esa atmósfera envolvente que busco.
También trabajo mucho en capas. Añado elementos poco a poco (sintetizadores, percusión, texturas) y luego empiezo a quitar cosas hasta que siento que cada elemento tiene un propósito claro. Es un proceso de construcción y deconstrucción constante.
Pero aunque la canción evoluciona mucho desde ese primer boceto acústico hasta el resultado final, siempre intento mantener la esencia de la emoción con la que nació. Para mí esa es la clave: que, por mucho que se transforme, la canción siga transmitiendo lo que quería decir desde el principio».
“Cielo // Infierno”, “Amor // Dolor” y “Ruido // Silencio”. Tres temas con título dual que oponen conceptos, en principio, opuestos. ¿De dónde viene esa dualidad? ¿Cómo surgió la idea de trabajar sobre la antítesis en estas piezas?
BELISH: «La dualidad siempre me ha fascinado, porque es una parte inherente de nuestra condición humana. Todos vivimos en un torbellino constante entre opuestos: luz y oscuridad, amor y sufrimiento, ruido y silencio. En estos temas, la idea de trabajar con antítesis surgió de la necesidad de explorar aquellas contradicciones que están presentes en nuestras emociones y nuestros pensamientos.
La música, para mí, es un espacio perfecto para trabajar esas tensiones y transmitir algo más profundo. En “Cielo // Infierno”, “Amor // Dolor” y “Ruido // Silencio” quise reflexionar sobre cómo ambas caras de una misma moneda se entrelazan y se definen mutuamente. No se trata de elegir uno u otro, sino de ver cómo conviven y se complementan. La música puede ser un reflejo de todo eso: cómo lo opuesto también es parte del mismo todo. ¿Cómo puede ser que al estar tan enamorado de alguien o de algo te acabe doliendo tan fuerte? ¿O que necesitemos ruido en nuestras cabezas para poder apreciar el silencio? ¿O la lucha constante con uno mismo para obtener la paz?».
Foto © Noemí Espinar Suñé (@cormoran.atelier)
Dedicada tu madre, “Mamá” es la única canción que viene acompañada por un videoclip, firmado por Jairo Moreno. ¿Cómo recuerdas la composición de esta pieza? ¿Y la grabación del vídeo?
BELISH: «Fue una canción necesaria de componer. Siempre digo en los directos, antes de tocar “Mamá”, que su muerte fue lo que me hizo darme cuenta de lo quería realmente hacer en mi vida y que esta canción es para ella. Sabía, desde un principio, que “Mamá” sería un tema diferente a los demás.
Todo surgió de dos acordes. Cuando era pequeño le tocaba a mi madre estos dos acordes con la guitarra y ella se ponía a hacer el tonto y a bailar. Nunca supe que hacer con estos dos acordes hasta que sentí la necesidad de decirle adiós a mi madre con una canción.
La parte lírica fue devastadora. No conseguía cantar sin que la voz me temblara. Si te fijas, en el segundo verso hay una voz más “chillada” que realmente era cómo hubiese cantado todo el tema en un principio, hasta que entendí que al final le estaba diciendo de corazón, sin desesperación, a mi madre que nunca la olvidaría.
“Mamá” es el único tema que tiene videoclip y hay varias razones. La razón de peso es que necesitaba que lo tuviera para acabar de sanar todo el dolor que sentía por la muerte de mi madre. Enfrentarme a una cámara que está grabando la canción más dura y difícil para mí, me ayudaría a cerrar un duelo que siempre podré recordar. Necesitaba a alguien de confianza que me grabara para este tema y de primeras me vino a la cabeza Jairo. Aparte de ser muy buen amigo, él también perdió a su padre y sabía que eso nos mantenía unidos».
Cierra el disco “Un grito de amor”, título que implica la voz, pero curiosamente la única pieza instrumental del largo... algo paradójico, ¿no? ¿Por qué escogerla para titular el disco?
BELISH: «Sí, efectivamente, es algo paradójico. Quería que el álbum se llamase Un grito de amor para expresar, otra vez, este punto de dualidad de las emociones. La frase “un grito de amor” la encuentro preciosa; cuantas veces habremos gritado por fuera y por dentro por amor... La canción que lleva este título no necesitaba tener voz porque ya por ella misma expresaba lo que quería».
Además de la electrónica, por lo visto tienes interés por el indie rock. ¿Planeas darle un mayor protagonismo a este estilo musical en futuros proyectos?
BELISH: «¡Sí! Justo hace poco anuncié mi nuevo proyecto paralelo; amaramar.
Igual que con la electrónica, soy un amante incondicional del rock/indie/alternativo desde muy pequeñito y, mientras componía los últimos temas de Un grito de amor —que fueron “Vida” y “Mamá”— (dónde empecé a utilizar guitarras), ya se me fue la olla y empecé a componer canciones.
El 21 de marzo va a salir el primer tema del EP de amaramar, “Fatal”, y estoy súper ilusionado con el proyecto, pero ya hablaremos de amaramar en una próxima entrevista:)».
El próximo 26 de abril subes al escenario de la Sala Continental (Barcelona) para, según adelantas, «un concierto que promete ser épico». ¿Cómo has pensado llevar el disco al directo? ¿Cómo son los conciertos de BELISH?
BELISH: «La verdad que no me complico mucho la vida en los directos. Como se puede escuchar en los temas, hay mil instrumentos; desde sintetizadores, percusión, batería, efectos, etc., y eso sería imposible llevarlo a cabo todo en directo siendo solo yo. Entonces decidí qué parte la tocaría yo en directo y parte la lanzaría desde Ableton. Cuando hago los conciertos yo toco parte de la percusión, los sintetizadores, las guitarras y todo lo que son voces y sus modulaciones.
Trabajar así me permite sentir muchísimo más la música que si tuviera que concentrarme en todo el percal de instrumentos que hay detrás. Eso sí, me encantaría en un futuro llevar todos los instrumentos al directo, como cuando Bonobo hace sus lives especiales con orquesta».
Foto © Alberto (@_albertitops)
¿Dónde más, y cuándo, podremos escuchar Un grito de amor en directo?
BELISH: «De momento tengo cerrado un bolo en el Festival Creativa en Vigo, el 25 de abril y me hace muchísima ilusión. Creo que va a ser muy bonito porque en el festival también hay artistas emergentes ya ahí es dónde conocer y escuchas materia de la buena».
Al hilo, el verano pasado pisaste varios festivales (Rompetiño Jump, Antrospinos, Rilla na Rúa, Go!Go!Gozo!...) como DJ Crooked Savage. Se tuvieses que escoger (profesionalmente), ¿festival o sala? ¿Por qué?
BELISH: «Sin duda, ni festival ni sala. Escogería el Chiringuito As Furnas. Es el mejoooooor sitio del mundo que he pinchado jamás. El Chiringuito está a pie de playa, el ambiente es familiar y súper guay, Manolo y Chus (los dueños) son como mis padres adoptivos gallegos, la puesta de sol cae encima del mar... Es un paraíso, de verdad. Además, y lo más importante para mí, es que puedo pinchar la música que yo quiera, así que siempre son sesiones de rock, indie y electrónica».
En la actualidad, ¿qué artista o grupo gallego nos recomendarías? ¿Algún favorito que deberíamos conocer?
BELISH: «Mi favorito dentro de la música electrónica es, como para mucha gente, Baiuca. Pero hace poco escuché el nuevo álbum de Garza y me ha encantado, lo encuentro una masterpiece. Sus sonidos, las texturas, las melodías, las voces... Sin duda, ha sido el gran descubrimiento del 2025».
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BELISH: «Pues cada año en el wrapped de Spotify me sale que mi estilo más escuchado es el Metalcore, o sea que nada que ver con lo que produzco [risos]. Durante muchos años, cuando vivía en Barcelona, tuve una banda de metalcore (yo como “cantante”, el que grita, vaya) y me encantaba hacer conciertos, ir a ensayar cada jueves... Es un estilo que me representa mucho y me ayuda a liberar mucha de la energía emocional que me carga. Lo he dicho muchas veces y la gente me sigue sin creer, pero me funciona como meditación. Hay veces que me quedo dormido en el bus escuchando metalcore».