JUAN CARLOS CAMBAS: «INTENTO QUE MI MÚSICA TENGA IDENTIDAD Y PERTENENCIA»
Desde que empezó a tocar el piano, cuando era tan solo un niño en su Buenos Aires natal, Juan Carlos Cambas exploró varios géneros, desde la música clásica en el conservatorio, donde arreglaba partituras de Bach o Beethoven, pasando por el jazz hasta llegar al folclore argentino de la mano de artistas como Raúl Carnota, Suna Rocha, Eduardo Spninassi o Mercedes Sosa. A partir de ahí, Cambas fue definiendo su propio estilo, «resultado de todo lo aprendido»; uno que destaca por sonidos artesanales y orgánicos y que tiende puentes entre ambas orillas del Atlántico: la de Argentina y la de Galicia, donde actualmente reside desde hace más de dos décadas.
Tras el éxito de A VIAXE / Dende Arxentina ata Galicia (2021), un disco conceptual con la emigración como protagonista, Juan Carlos Cambas despedía el año pasado con el lanzamiento de Camiño Aberto / Canto libre de Galicia e Latinoamérica (2023). Junto a la cantante Rosa Leiro, el pianista curó una recopilación de grandes temas de la canción popular argentina y gallega.
Foto © Horacio Sabatini & Rox Boyer (Boyer & Sabatini)
¿Cuál fue, y cómo recuerdas, tu primer contacto con la música? ¿Fue siempre el piano tu instrumento de referencia o tocaste otras «teclas» antes?
Juan Carlos Cambas: «Desde que era muy pequeño me sentí atraído por el piano; de hecho, cuando estaba en la escuela primaria en Buenos Aires, la profesora de música habló con mi madre para que tomase clases particulares con ella. Yo no tenía piano y no podían comprarme uno, así que mi mamá, que era portera en el edificio donde vivíamos, habló con una señora muy mayor que había sido pianista y vivía en el cuarto piso para que me prestase el piano para estudiar.
Así empecé, estudiando los sábados por la mañana y durante la semana estaba ansioso para que llegase ese día. Como las clases me sabían a poco, unos meses más tarde entré en el conservatorio».
En tu adolescencia en el conservatorio de tu Buenos Aires natal, te considerabas «musicalmente rebelde» por hacer arreglos sobre partituras de Bach o Beethoven, pasando de la música clásica al jazz hasta llegar, finalmente, al folclore argentino. ¿Cómo recuerdas esta experimentación, y consecuente evolución musical, de tus inicios?
Juan Carlos: «Me encantaba la música, pero no así la música clásica —si eso es ser rebelde... lo era— y el único lugar para estudiar piano en esa época eran los conservatorios. El Conservatorio Nacional de Buenos Aires era realmente duro para un niño; hoy lo pienso y creo que no me frustraron porque para mí era imposible renunciar a ello, pero con 6 años estaba mezclado en clase con adolescentes, y entrar a la clase individual de piano era como ir a misa: solemne, sin la más mínima empatía.
Ya de adolescente busqué mucho, estuve con un profe buenísimo de jazz pero tampoco era lo mío, pero él me grabó un casete de folclore argentino y sudamericano y eso me voló la cabeza; así descubrí esta música maravillosa e infinita».
Foto © Horacio Sabatini & Rox Boyer (Boyer & Sabatini)
¿Cómo describirías la música de Juan Carlos Cambas en la actualidad?
Juan Carlos: «Creo que soy el resultado de todo lo aprendido. Y no hablo solo de estudiar música; me refiero a lo vivido viajando, conociendo el lugar físico al que pertenece cada música y su gente, escuchando a grandes referentes, grandes maestros, y compartiendo música con ellos.
Empecé desde muy abajo, desde el más humilde escenario a los más grandes escenarios del mundo... En definitiva, intento que mi música tenga identidad y pertenencia (no es un híbrido), toco arreglos originales y con mi sello personal y, además, cada obra de las que interpreto representa un lugar en el mundo. Por ejemplo, si hablamos de tango hablamos de Buenos Aires y el Río de la Plata, si hablamos de muñeiras nos ubicamos geográficamente en Galicia».
Tu acercamiento al folclore argentino fue a través de Raúl Carnota, Suna Rocha, Eduardo Spinassi... ¿qué enseñanzas guardas de estos, para ti, referentes? ¿De qué manera moldearon tu trayectoria?
Juan Carlos: «Justamente el casete que me grabó el profe de jazz era de Suna Rocha y Raúl Carnota, a quien pude traer a Galicia en 2005, y al piano estaba el que fue mi maestro: Eduardo Spinassi.
A partir de ahí, gané el Festival de Folklore Baradero en 1995 y grabé mi primer disco, Solo luz (1997), con todos ellos como invitados; con Spinassi grabé a dos pianos. Este disco me abrió muchas puertas y, como buenos maestros, me enseñaron el camino porque ellos ya lo habían transitado antes, pero no para imitarlos, sino para no desviarme, para no agarrar atajos que me llevarían para otro lado... Y me grabé a fuego lo de “el que mucho deslumbra, poco alumbra”».
Juan Carlos Cambas con Mercedes Sosa en Bos Aires (1993)
Otro gran nombre de esta época es el de Mercedes Sosa, considerada la mayor exponente del folclore argentino y una de las figuras más relevantes de la nueva canción latinoamericana. ¿Qué significó ella para ti?
Juan Carlos: «Mercedes fue, y es, la voz y el pensamiento de Latinoamérica; un canto a la libertad y a los derechos humanos.
Yo empecé a ir todos sus conciertos, iba a despedirla al aeropuerto y a recibirla, a saludarla después de cada show y, uno de esos días con mucha gente alrededor, me dijo al oído: “venite a cenar con nosotros”. Y así, poco a poco, me fui acercando a ella. Fui muchas veces a su casa y a solas escuchaba sus monólogos eternos que a mí me fascinaban; sin saberlo estaba aprendiendo, descubriendo un mundo nuevo —yo era como una esponja— hasta que la invité a grabar en mi disco. Y cuando grabamos sentí que tocaba el cielo con las manos; era un peldaño trascendente para mí y le doy mis gracias infinitas y eternas. ¡¡Cuánto se la extraña!!».
Además de estos artistas que nombramos, ¿hay algún otro que tuviera especial impacto en tu manera de interpretar, o de entender, la música?
Juan Carlos: «Cuando llegué a España tuve que sobrevivir y empezar de cero. Nadie me conocía y yo tampoco a ellos, y poco a poco fui descubriendo a mis nuevos referentes, arrancando como un principiante. Pero cambió mi vida cuando conocí a Dulce Pontes, descubrí Galicia con Uxía y Carlos Nuñez, me acerqué a la música vasca de la mano de Kepa Junkera, al flamenco con Daniel Casares, y fue un hito grabar con el cubano Silvio Rodríguez».
Debutas en solitario con Solo luz (1997), un álbum editado en CD y casete que recogía una docena de temas; en algunos de ellos contaste con colaboraciones de esos artistas que considerabas maestros y referentes. ¿Cómo fue el salto al mercado discográfico como solista instrumental? ¡Porque como acompañante ya tenías experiencia!
Juan Carlos: «En la distancia, a veces me pregunto cómo hice algunas cosas, cómo tomé decisiones a veces drásticas, pero que me alegra enormemente haberlas tomado.
Evidentemente estaba cómodo como músico acompañante, era fácil: estudiar, ir a tocar donde me dijeran y cobrar, pero sentía que la música era más que eso, que yo también tenía cosas para decir... y me tiré al vacío. Tras haber ganado el Festival de Baradero ‘95 como solista instrumental solo toqué en mis propios proyectos hasta hoy. La única excepción que hice fue acompañar durante diez años a una de las mejores voces del mundo, Dulce Pontes, toda una enseñanza para mí. Luego vino el disco Almas en el viento (2017), donde estaban casi todos mis referentes de Argentina.
Otra decisión drástica que tomé fue dejar de ser arquitecto superior para dedicarme solo a la música».
Hijo de emigrantes (gallega y asturiano), hace más de dos décadas que cruzaste el Atlántico para asentarte en Vilagarcía de Arousa, haciendo el camino inverso al que hicieron tus padres. Con una sólida carrera como pianista en Argentina, ¿cómo afrontaste continuarla aquí en Galicia donde, en un principio, podía parecer que empezabas desde cero?
Juan Carlos: «Así es, empecé de cero. Hablamos del año 2002, donde solo había Messenger, pero no había redes sociales, ni WhatsApp, ni videollamadas. Imaginen cuando viajaron mis padres ¡solo había cartas!
Cambiarte de país es como cambiar una planta de maceta: puedes sobrevivir y asentar tus raíces o puedes morir en el intento. No solo no conoces a nadie, ni nadie te conoce a ti, sino que pierdes tu pasado. No puedes hablar con ninguna persona de algo que te sucedió antes, y si conoces a alguien nuevo te pasa lo mismo: no hay una historia común, ni personal, ni social. El desarraigo, la morriña, es algo muy desesperante; no conoces a amigos, no conoces lugares, ni programas de TV, ni casi música salvo los internacionales como Serrat.
Mi planteamiento fue claro: el océano no nos separa, nos une; moja nuestras costas. Y a partir de ahí, pensé en que mis padres españoles, como tantos, fueron también embajadores de su cultura y yo era el resultado de esa mezcla entre los pueblos originarios argentinos y los aportes de las sucesivas inmigraciones. Y así vengo tendiendo puentes desde hace más de 20 años».
Juan Carlos Cambas con Dulce Pontes en el Teatro de la Ópera de Budapest (2012). Foto © Oana Radu Turcu
Durante casi una década fuiste el pianista acompañante de la artista portuguesa Dulce Pontes en sus giras internacionales, lo que te llevó a compartir escenarios con ella en más de veinte países. ¿Cómo surgió esta oportunidad?
Juan Carlos: «En 2002 escuché por primera vez a la portuguesa Dulce Pontes y me enamoré de su música. La conocí, le regalé mi disco Almas en el viento donde canta Mercedes Sosa y, a los pocos días, me llamó; fui a verla a Ponte de Lima y al poco tiempo la invité a tocar conmigo en el Festival de Cosquín en Argentina y vino ¡no lo podía creer, Dulce por primera vez en mi país! Y de ahí, 10 años tocando con ella y un disco en castellano con mucha música y artistas argentinos invitados».
¿Cómo fue a trabajar con una grande del fado como ella? ¿Qué destacarías de aquella experiencia?
Juan Carlos: «Dulce no es una fadista al uso. Es una artista versátil que se mueve como pez en el agua en el mundo del fado y el folklore portugués, pero que interpreta como nadie la obra del maestro Ennio Morricone junto a él, pero también reinventa el folclore sudamericano. Su voz pasa además por el jazz, el flamenco, los sonidos guturales más ancestrales... todo con recursos vocales infinitos.
Conocer de cerca a Dulce es como estar en otra dimensión, además de descubrir los grandes escenarios de los 26 países donde toqué con ella. Evidentemente marcó un antes y después en mi vida y en mi carrera».
Tu tercer disco, A VIAXE / Dende Arxentina ata Galicia (2021), es un ambicioso trabajo conceptual que cuenta la historia de la emigración de tus padres Pilar y Juan a Argentina y la vuelta de toda la familia a España cincuenta años después. ¿Fue cómo cerrar el círculo de vuestra historia familiar?
Juan Carlos: «Otra de mis locuras que no sé ni cómo la hice. Un trabajo conceptual para mi es primero pensar en el bosque y luego en cada árbol.
Mi bosque es mi idea rectora, contar el viaje de ida y vuelta de mis padres, que también es el viaje de más de dos millones de emigrantes gallegos a Argentina. ¿Cómo llevar eso a un disco? Esa fue la gran pregunta que fui respondiendo durante los diez años que estuve grabándolo. Por ahora solo salió A VIAXE, pero tengo grabado mucho del segundo CD.
A VIAXE es mi ADN, mi biografía contada en primera persona; músicas en las que refugiarse y que trascienden fronteras. Un encuentro y fusión de culturas en un viaje integrador y enriquecedor a través de lo mejor de la música de ambas orillas atlánticas».
A VIAXE es el resultado de una década de trabajo «solitario y silencioso», ¿cómo se gestó y fue creciendo el proyecto, y por consecuencia el disco, durante esos diez años?
Juan Carlos: «Cuando uno tiene claro el bosque, el entorno, es más fácil contar lo que queremos. Así fui convocando a poetas y compositores para que escribieran canciones como “Pilar y Juan”, que cuenta la vida de mis padres, o “El barco” que relata el momento en que subían a ese barco en Vigo, por ejemplo, y que despedían a sus familias; era un antes y un después, por un lado la tristeza por dejar tus afectos, tu tierra, y por el otro lado la esperanza de prosperar y ayudar desde Argentina a tu familia que se quedaba en España. De estos dos temas hice documentales que están en YouTube.
También busqué cuidadosamente quienes eran los 30 artistas de Argentina, España, Portugal y Cuba que me iban a acompañar.
Cada tema, árbol, es una obra en sí. Y así se desarrolla, con todo detalle, y luego todos juntos forman parte y están al servicio de un solo bosque, A VIAXE».
Foto © Iñaki Abella
Como en tu anterior disco, de nuevo escuchamos numerosas y relevantes colaboraciones de ambas orillas del Atlántico. Una de las más destacadas está en la canción que cierra el disco, “La vida”, donde escuchamos la voz del cantautor cubano Silvio Rodríguez. ¿Cómo surgió la colaboración?
Juan Carlos: «El disco iba a incluir solo músicas de Argentina, España y Portugal. Portugal por nuestra unión entre el tango y el fado, pero mi amigo físico José Edelstein me sugirió a Silvio, porque la inmigración galega tuvo sus puertos de emigración: Cuba, Venezuela, Brasil, Uruguay y Argentina. Entonces me pareció brillante incluir artistas de esos países y uno de los máximos representantes culturales de Cuba es Silvio Rodríguez.
En Sudamérica crecimos escuchándolo, él es un icono en Latinoamérica y un referente para mí y para todos los músicos. Yo no lo conocía personalmente, entonces empecé mi búsqueda: hablar con gente que lo representa, escribir en su blog, buscar a sus músicos en las redes y escribirles... En fin, tres meses así hasta que su flautista y esposa me respondió y me puso: “Silvio quiere saber cuál es la propuesta”, ¡me temblaba todo!
Así fue que le expliqué el proyecto y, por supuesto, haber grabado con Mercedes Sosa y tocar con Dulce daban un aval a mi trabajo; así surgió grabar este tema hermoso que cierra y resume el disco, “La Vida”».
Gracias a una exitosa campaña de micromecenazgo pudiste publicar el disco en formato físico, en una cuidadísima edición que incluía algunos curiosos extras. ¿Podrías describírnosla?
Juan Carlos: «Para mí es muy importante que el packaging sea especial, que cuando tengas en la mano ese disco sientas que también hay arte en él. Durante diez años me rompí la cabeza con muchas ideas diferentes: un contenedor como los del puerto, una carpeta antigua de pasajeros de barcos... y finalmente me decidí. Cuando uno guarda recuerdos habitualmente los mete en una cajita muy cuidada, pues el envoltorio es una caja de viaje, con imágenes vintage de barco, mapas, brújulas, estampillas... Cuando abres esa caja encuentras, del lado izquierdo el CD con una rosa de los vientos marcando los puntos cardinales, y la caja tiene de fondo un pasaje antiguo de barco a Buenos Aires; luego una pegatina de A VIAXE, una foto mía con el resumen del repertorio, una foto antigua de mis padres con mi madre embarazada de mí, y los bordes de la foto con esa forma de ondas vintage.
La joya de la corona un pasaporte, que está hecho a imagen y semejanza del original de mi madre cuando viajó a Argentina, que es un libro de 70 páginas con anécdotas, historias... Escribe además Ruy Farias, un prestigioso historiador, y fotos increíbles de dos fotógrafos argentinos: Gustavo Levita y Marcos Furer».
Estás presentando tu último disco, Camiño Aberto / Canto libre de Galicia e Latinoamérica (2023), una recopilación de grandes temas de la canción popular de ambas orillas del Atlántico. ¿Cómo nació, y se desarrolló, esta idea?
Juan Carlos: «Los conciertos que venía haciendo tenían siempre un formato grande: Maestros & Referentes, Tango & Fado, etc., y necesitaba un formato más pequeño, que fuese más fácil de mover y de llegar a otros escenarios.
Un día, de casualidad, descubrí a Rosa Leiro; la empecé a invitar a mis conciertos para cantar algún tema y un día le propuse armar un repertorio que ambos fuimos eligiendo cuidadosamente. Empezamos tocando en presentaciones de libros, premios y eventos varios hasta que lo llevamos a formato concierto íntimo, que luego de diez años de recorrido decidimos grabar en 2019 y vio la luz el 11 de noviembre de 2023».
En este álbum trabajaste mano a mano junto a cantante Rosa Leiro, Rosiña, para dar forma a un repertorio que combina canciones clásicas reversionadas con otras inéditas, originalmente compuestas para este disco. ¿Cómo fue la selección de los clásicos? ¿Qué criterio seguisteis para escogerlas?
Juan Carlos: «Rosiña es una gallega de raíz y conoce profundamente la música de su tierra, sus historias. Durante el tiempo que estuvimos tocando juntos me fue pasando muchísimos y variados temas de los que fuimos seleccionando algunos, ya sea por la belleza musical o por la poesía.
El no tener memoria musical galega previa me ayudó mucho a reinterpretar y crear arreglos instrumentales y vocales nuevos y originales para obras galegas clásicas, como “Negra sombra”, “Adiós ríos, adiós fontes” o “Aí vén o Maio”, o poder poner mi piano a una jota tradicional como “Fía na roca”».
Foto © Horacio Sabatini & Rox Boyer (Boyer & Sabatini)
Entre ellas cabe destacar “Eu só lle pido a Deus”, versión de la reconocida “Solo le pido a Dios”, original de León Gieco con un montón de versiones (¡incluida la de Sosa!) en diferentes idiomas... ¡pero la tuya es la primera en gallego! ¿Cómo fue el trabajo de adaptación? ¿Qué papel jugó Gieco (además del obvio) en esta versión?
Juan Carlos: «En 2010 pude traer a León Gieco a tocar a Galicia. Hicimos un concierto en la Plaza del Ayuntamiento de Baiona y dos en el Auditorio de Vilagarcía, y también pude mostrarle un poquito de Galicia.
En una comida en casa nos comentó a Rosa y a mí: “¿Por qué no hacen una versión en gallego de ‘Solo le pido a Dios’”, y agregó, “está grabada en 50 idiomas, pero en gallego no...” Y nosotros encantados la hicimos.
En 2011, cuando invité e Dulce Pontes a tocar en Argentina, la estrenamos en directo por la TV pública para 17 millones de personas, y mezclamos un ritmo ancestral sudamericano de huayno con la gaita y acordeón galegos de BellónMaceiras Dúo.
Finalmente, incluimos la versión en este disco con las voces de León y Rosiña, la gaita de Daniel Bellón, y el acordeón de Diego Maceiras».
En el disco hay más presencia de la música de raíz gallega que en el anterior aunque siempre en diálogo con la de raíz latinoamericana. ¿Es una manera de tender un puente entre ambas? En tu opinión, ¿dirías que tienen algo en común el folclore argentino y el gallego?
Juan Carlos: «Todos los folclores tienen una base en común que es la pertenencia a la raíz. Los ritmos más ancestrales gallegos como el alalá perfectamente se pueden comparar a los gritos ancestrales de las vidalas argentinas. Pero además de inmigrantes, el puerto de Buenos Aires recibió la cultura que traían esos gallegos, vascos, catalanes y toda la música pampeana argentina (cifras, estilos, triunfos) viene de Europa; las milongas pampeanas con aires portugueses de melos-longa (melodía larga de origen lusitano), las raíces comunes de los tangos y los fados con temáticas poéticas similares, ambas músicas portuarias, fusión de otras músicas...
¡Y qué decir de Galicia! Todos los poetas exiliados en Argentina, el tema “Lela” de la obra Os vellos non deben namorarse (Castelao, 1941) se estrenó en Buenos Aires; todos los temas escritos en puertos de la emigración, incluido el himno gallego estrenado en Cuba... muchos puntos en común».
Foto © Horacio Sabatini & Rox Boyer (Boyer & Sabatini)
Respecto a los temas originales, ¿cómo fue su proceso creativo?
Juan Carlos: «Musicalizar a poetas gallegos que fueron callados y que tienen mucho que decir fue la prioridad. Es el caso de Manuel Lueiro Rey, del cual hicimos: “Posta de sol” y “Partida de nacemento”, Rosa Leiro puso música al poema “Galicia” de Ramón Cabanillas... y luego yo arreglé esas músicas de acuerdo a lo que me inspiraba la canción.
Para los temas de Lueiro elegí piano solo, pensando en destacar la importancia de la poesía, pero para “Galicia”, pasamos de un himno con piano y violonchelo a una alborada con gaitas y coro».
Para Camiño Aberto, además de la voz de Rosa Leiro, escuchamos otras importantes voces gallegas como la de Uxía o la de Davide Salvado, además de colaboraciones instrumentales firmadas por BellónMaceiras, Cristian Silva o Efraím Díaz, entre otros. Además de su voz e instrumentos, ¿qué crees que aportan a los temas del disco?
Juan Carlos: «Yo diría que es un disco intimista y reflexivo, con un repertorio cuidadosamente seleccionado, con poetas y músicos que han sabido traducir al paisaje, al hombre, a su cultura y su tiempo en arte e identidad.
Algunas canciones reflejan los momentos en los que América Latina fue la voz y el lugar de creación de los poetas exiliados, cuando en Galicia amordazaron las libertades. Contamos además con grandes artistas y músicos invitados de ambas orillas atlánticas.
Como conclusión diría que, en un mundo convulso y ruidoso, esperamos que este manojo de canciones de Camiño Aberto sean un remanso inspirador para un nuevo día».
Estás inmerso en la gira presentación de Camiño Aberto, que ya se escuchó en Lugo o Vilagarcía. ¿Cómo está siendo su acogida en directo?
Juan Carlos: «Ojalá fueran giras sin parar, pero como decía el poeta “se hace camino al andar”. Nuestro trabajo es más artesanal, profesional 100%, pero sin productora ni agencia de representación.
El público sale encantado porque, por momentos, se emociona; en otros, como “Gracias a la vida” canta y en “Eu só lle pido a Deus” empatiza con las personas que están en el medio de una guerra, y reflexionamos juntos sobre lo importante de vivir en paz que, como la tenemos, no la valoramos.
Lo de Vilagarcía fue increíble porque tuvimos a muchos de los invitados del disco; en Lugo fue más íntimo pero precioso, porque además conmemorábamos el Día internacional del Migrante».
Foto © Iñaki Abella
¿Cómo describirías tus conciertos? ¿Cuáles son las próximas paradas en este Camiño Aberto?
Juan Carlos: «Las personas que han venido más de una vez a mis conciertos saben que lo que prima siempre es la calidad, desde poner el mejor sonido a los mejores músicos, abiertos a descubrir temas o artistas que nunca escucharon, como cuando traje a León Gieco, Julia Zenko, Raúl Carnota o Jaime Torres. Es decir, gente que aprecia sentarse a escuchar música. Y cuando digo música me refiero a melodía, armonía, buenos arreglos o, cuando es cantado, a buena poesía, buenas voces; o sea, no es ni un híbrido musical, ni música enlatada, ni voces deformadas y reformadas con autotune... simplemente, música.
En 2024 seguirá rodando A VIAXE, Camiño Aberto y un concierto que ya estrené en Barcelona y París en 2023 que es solo de música instrumental».
Hablando de actuaciones hay una que nos llamó poderosamente la atención. En 2008 tuviste la oportunidad de hacer un concierto privado para el físico Stephen Hawking en el Hotel Puerta del Camino de Santiago de Compostela. ¿Cómo recuerdas esa experiencia?
Juan Carlos: «Fue increíble. En 2008 tocaba todas las noches, menos los lunes, en el pianobar del Hotel Puerta del Camino de Santiago. Me dicen que vendría Stephen Hawking y que le gustaba el tango, que organizase un mini concierto para él. Claro, detrás de todo esto estaba el prestigioso físico argentino José Edelstein que, junto a Javier Mira, traían a Stephen a Galicia.
Fue inolvidable poder compartir ese momento íntimo para él, poder darle las gracias por su sabiduría. Al día siguiente estuve como invitado en las primeras filas escuchando su conferencia y, por si fuera poco, gané un nuevo amigo, José Edelstein».
En la actualidad, ¿qué artista o grupo gallego nos recomendarías? ¿Algún favorito que deberíamos conocer?
Juan Carlos: «A mí me fascina Carlos Núñez, que es un músico que dedica su vida a la música; Luz Casal es una artista de otra dimensión; también siento gran admiración por Uxía, que es como la madrina de todos ¿no? Yo creo que hay más de una porque está en todos lados [risas]. Davide Salvado me requetegusta lo que hace, BellónMaceiras son maravillosos, me gusta la sutileza de Alberto Vilas al piano, Abraham Cupeiro es realmente un músico excelente y único... entre otros muchos».
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Juan Carlos: «Me van a encontrar a mí, pero en diferentes etapas de mi vida, y lo que espero es que se vea la evolución, de menos a más, desde mi adolescencia musical a la madurez que puedo tener hoy.
No me arrepiento de nada, porque creo que si nos gustase todo lo que ya hicimos sería un signo de que algo falla, de que no hemos crecido ni musical ni personalmente.
Y a los buscadores de world music o de músicas de raíz folklórica podría resultarles interesante».