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GONZALO ARCA: «TODOS SOMOS MONTAÑAS RUSAS EMOCIONALES. Y SI ENCUENTRAS A ALGUIEN QUE NO LO SEA, NO TE FÍES»

GONZALO ARCA: «TODOS SOMOS MONTAÑAS RUSAS EMOCIONALES. Y SI ENCUENTRAS A ALGUIEN QUE NO LO SEA, NO TE FÍES»
3 MARCH 2025

De niño hacía versiones de Juan Pardo y cantaba rancheras en el coche junto a su padre, así que no sorprendió a nadie cuando, siendo adolescente, pasó a ser vocalista de la banda Vado Permanente. Desde entonces han pasado ya más veintitantos años; dos décadas en las que Gonzalo Arca (Vilagarcía de Arousa, 1983) formó parte de bandas como The Preachers o Sugar Mountain hasta conformar su proyecto en solitario; él, su guitarra, sus canciones.

Tras publicar su primer trabajo, Alone at the Crossroad (2014), con el que giró por las principales ciudades gallegas con una gran acogida, el cantautor regresa con Ni el tiempo ni la distancia (2025), un largo —el primero— en el que aborda un intenso viaje sumergiéndose hasta lo más profundo de su memoria.

 

Foto © Jennifer Espiñeira

 

A Gonzalo Arca los escuchábamos por vez primera militando como vocalista en grupos como Vado Permanente, The Preachers o Sugar Mountain... ¿pero antes? ¿Cómo recuerdas, y cuál fue, tu primer contacto con la música?

Gonzalo Arca: «Mi primer contacto con la música, supongo que, como cualquier persona, fue en mi casa. Mis padres cantaban canciones a dos voces los domingos por la mañana mientras hacían la comida [risas].

Recuerdo encontrar en el tocadiscos vinilos como Let It Be de The Beatles, Bad de Michael Jackson, Rock & Roll de Adriano Celentano, Un sorbito de champagne de Juan Pardo, Ahí ven o maio (1975) de Luis Emilio Batallán... y también recuerdo con mucho cariño ir en el coche con mi padre cantando rancheras, por ejemplo».

 

Hace más de una década —en 2012— desde que te presentas solo con tu guitarra arriba del escenario. ¿Qué te empujó a tomar esta decisión?

Gonzalo: «La necesidad. Recuerdo perfectamente que fue en el Bar Palos, en Vilagarcía. Por aquel entonces, tres miembros de Sugar Mountain hacíamos algún acústico y teníamos cerrada esa fecha. Al dejar el grupo, lógicamente, no quisieron hacerla. Así que decidí hacerla yo solo porque me venía muy bien el dinero».

 

¿Dirías que tu experiencia previa siendo parte de un grupo moldeó tu carrera en solitario?

Gonzalo: «No lo sé. A mí siempre me gustó lo que me gusta y siempre ejecuté mi trabajo de la misma manera, obviamente puliéndome por el camino. Supongo que todo lo que está a tu alrededor te influencia de alguna forma y puede verse reflejado en momentos determinados, pero creo que el groso viene de lo que comentamos en una pregunta anterior; diría que fue ese primer contacto con la música el que destapó mi personalidad y marcó mi camino».

 

Partiendo del rock, pasando por el country, el soul o el blues, e incluso tintes de pop, ahí podría encajar tu música, pero, sin etiquetas, ¿cómo la describirías tú? ¿A qué suena Gonzalo Arca?

Gonzalo: «Es difícil escaparse de las etiquetas, todo suena a algo siempre. A mí me tienen dicho cosas muy dispares en cuanto a mi voz o a mi forma de cantar, por ejemplo. Que recuerdo a “fulano” o a “mengano”, que no tienen nada que ver entre ellos, y en alguna ocasión a un “fulano” o a un “mengano” que yo no conozco y no escuché en mi vida [risas]. También hay quien opina que mi voz es muy reconocible y que sabrían que soy yo aunque apareciese colaborando en una canción de otro músico... Todo el mundo tiene una opinión.

Lo que yo intento es hacer música sin pensar en etiquetas; hacer lo que me apetece en el momento de componer y priorizar la canción sobre el estilo. Mi música y mis letras son sencillas. A qué suena Gonzalo Arca creo que es una pregunta que prefiero que contestéis los demás».

 

 

Respecto a tus influencias, ¿quién dirías que tiene, o tuvo, un particular impacto en tu forma de entender la música?

Gonzalo: «The Beatles. Creo que de ellos me viene lo que te acabo de comentar de priorizar la canción sobre el estilo. En un mismo disco podías encontrarte “Helter Skelter”, “Ob la di, Ob la da” o “Cry, baby, cry”. Y eso me encanta».

 

 

 

Tras un montón de conciertos lanzas Alone at the Crossroad (2014), un EP de seis canciones sinceras y honestas. ¿Cómo surge la idea de este primer disco?

Gonzalo: «Como bien dices, llevaba ya muchos conciertos en solitario, acompañándome sólo de mi guitarra, y había ido escribiendo unas cuantas canciones. Tenía ganas de dar un pequeño paso hacia delante, así que decidí grabarlas, publicarlas y recuperar el formato banda para presentarlas en una gira».

 

El videoclip de “Waiting fuere the Sun” fue rodado íntegramente en Nueva York, ciudad que «descubres» al espectador de norte a sur y de este a oeste. ¿Cómo recuerdas la grabación, alguna anécdota que recuerdes especialmente? ¡Porque no debió ser tarea fácil!

Gonzalo: «Entiendo que a todo el mundo le parezca una tarea complicadísima [risas]. La historia, anécdota en sí misma, es la siguiente:

A la hermana de mi amigo Goomer, mi manager por aquel entonces, le tocaron dos billetes a Nueva York en una rifa de la Escola de Gaitas de Ortigueira, cuyos alumnos iban a participar en el desfile de San Patricio. Ella no podía ir y se los regaló a su hermano, quien me lo comentó. Y como yo tengo familia allí, le dije que, si me daba un billete, yo le daba alojamiento. Así que nos fuimos de viaje una semana, completamente gratis, y aterrizamos en el JFK a ritmo de muiñeira, con varios miembros de la expedición tocando la gaita dentro del avión.

Una vez allí, grabamos imágenes con una cámara GoPro del tamaño de un mechero y a la vuelta hizo el montaje Mikel Fuentes, a quien aprovecho para agradecerle nuevamente desde aquí, porque lo hizo también desinteresadamente.

Y así fue».

 

 

“Waiting for the Sun” (¡y “I Like Your Face”!) fue una de las canciones que formó parte de la banda sonora de El desconocido (Dani de la Torre, 2015), protagonizada por el también gallego Luis Tosar. ¿¡Toda una honra, no?! ¿Cómo llegaron las canciones al film?

Gonzalo: «Esa fue otra carambola del destino. Me llamó Manuel Riveiro, el músico encargado de la banda sonora, porque hacía años, a través de otro amigo y productor de Alone at the Crossroad, Iago Lorenzo, ya había trabajado con él para la película peruana Mañana te cuento (2005), en la que tuve que cantar dos canciones de su autoría. Es curioso porque la película fue todo un éxito en Perú y, todavía a día de hoy, la gente sigue intentando averiguar quién es el cantante en foros de internet [risas].

Sí, desde luego fue un honor que eligiera “Waiting for the Sun” y “I Like Your Face” para incluirlas en El desconocido».

 

 

Unos años después de lanzar el EP, fuiste concursante de La voz como parte del equipo de Pablo López. ¿Qué te llevas en el bolsillo de la experiencia?

Gonzalo: «Como os podréis imaginar, es lo menos relevante que hice en mi vida, aunque para la mayoría de la gente sea lo más reseñable al hablar sobre mí [risas].

Un domingo, resacoso, recibí un WhatsApp del mismo amigo con el que viajé a Nueva York —que como podéis ver es una constante en mi vida— en el que me adjuntaba un enlace y me decía literalmente: “Apúntate, burro”. Y en un “sujétame el cubata” antológico, me apunté. Solo había que mandar un vídeo y, si te seleccionaban, ir a un casting en un centro comercial de Vigo, donde me eligieron entre 265 personas, y ya me mandaron directamente al último casting en Madrid.

Es un programa de televisión y, como tal, está guionizado. Se busca, en primer lugar, promocionar a los coaches y, en segundo, entretener a la audiencia contando historias de superación. Pero pensé que salir una o dos veces en televisión ante tres millones de personas era una buena forma de visibilizarme. Lo pasé bien y conocí gente. Además, de todo se aprende».

 

 

 

En 2021, y coincidiendo con el Día de las Letras Gallegas, lanzabas “Tan lonxe de ti”, tu primer tema en gallego que canta a la morriña, recordando a Galicia como madre que acoge como cariño. ¿Cómo surgió este tema en concreto? ¿Y por qué el repentino cambio de idioma?

Gonzalo: «Estaba una mañana en casa, tocando la introducción de “Take It Easy” de The Eagles, sin prestar atención a lo que hacía y pensando en mis cosas. Supongo que le fui cambiando el ritmo inintencionadamente, me gustó algo que hice, la tarareé por encima y me sonó a muiñeira. Supe que tenía que escribirla en gallego y eso hice; en un rato tenía la letra. Luego le subí un tono para que me quedase un poco más alta.

No fue algo premeditado. Como te digo, las cosas me van surgiendo y siempre hago caso a mis pálpitos».

 

 

 

A principios de febrero rompías cuatro años de silencio discográfico con la publicación de Ni el tiempo ni la distancia (2025), tu nuevo disco ¡y primero largo! ¿Cómo nace este álbum?

Gonzalo: «Me pareció un buen momento para publicar algo nuevo. Así que me puse a componer. Tenía otras canciones escritas en inglés, pero quería hacerlo en castellano. Así que empecé de cero».

 

Foto © Jennifer Espiñeira

 

Centrándonos en la primera parte del título, y sin olvidarnos de “Tan lonxe de ti”, ¿por qué dilatar tanto en el tiempo (once años) el lanzamiento de un nuevo trabajo?

Gonzalo: «Realmente son diez años, ya que Alone at the Crossroad salió en diciembre de 2014 y Ni el tiempo ni la distancia en febrero de 2025.

No sé cómo funcionan los demás músicos independientes, pero, por lo menos en mi caso, esto va por temporadas. Al margen de que este tiempo he estado inmerso en otros proyectos —de los que algunos han cuajado y otros no— grabar un disco supone un esfuerzo a todos los niveles que no siempre tengo posibilidad o, simplemente, ganas de hacer. Porque el resultado tampoco va mucho más allá del disfrute y la satisfacción personal de dejar algo propio en este mundo, cosas que también me aportan tocar en directo, en bares o salas o, mi último descubrimiento, hacerlo en las calles. Así que voy alternando para no quemarme.

Como te imaginarás, si publicas un nuevo álbum y apenas tiene repercusión, que es lo que sucede, te sube la bajona y piensas: “en mi puta vida”. Entonces te recreas un poco en tu propio hundimiento, te refugias en la música, sigues haciendo lo tuyo y, tarde o temprano, vuelve a apetecerte.

De todas formas, no tardaré otros diez años en sacar el siguiente; la madurez me está sentando bien y ya casi no tengo distracciones, podéis estar tranquilos [risas]».

 

 

Retomando primeras veces, en este disco te abres en canal y lo haces en castellano. En esta ocasión, ¿a qué se debe este otro giro en el idioma? ¿Qué hizo que, después de tantos años cantando y componiendo en inglés, pasases al castellano?

Gonzalo: «El primer disco que grabé en mi vida fue Debo más de lo que puedo, con Vado Permanente, y creo que me habría ido mucho mejor si no me hubiese movido de ese camino [risas].

Fue con The Preachers cuando empezamos a componer en inglés y, después, cuando entré en Sugar Mountain, toda su discografía estaba escrita en inglés; supongo que Alone at the Crossroad tuvo lugar porque venía con esa inercia. Además, había desarrollado una creencia o, más bien, el prejuicio de que el rock suena mejor en su lengua materna. Hace ya tiempo que entendí que no es así y que no tiene sentido que tu público no entienda las letras de tus canciones».

 

De todas, la letra de “Misa de réquiem” es desgarradora, algo que ya era de suponer por el «réquiem» del título. ¿En quién está inspirada?

Gonzalo: «En mi padre».

 

 

Al hilo, no es la única canción que rezuma saudade, como también el propio título del LP; de hecho, es una de las muchas emociones que el oyente podrá sentir a lo largo del disco. ¿Dirías que los sentimientos en su versión más cruda son el hilo conductor del disco?

Gonzalo: «Absolutamente. Este álbum no deja de ser un viaje a través de mi memoria en el que hablo de personas, lugares, vivencias, pensamientos... cosas que llevo grabadas a fuego, que están estrechamente relacionadas entre sí, que amo profundamente y que, en ocasiones, también me hacen sufrir».

 

Foto © Jennifer Espiñeira

 

Aun así, hay espacio para la esperanza (“Todo irá bien”, “Desnudos en la inmensidad”), para seguir adelante (“Dispara”)... convirtiendo el disco, en su conjunto, en una especie de montaña rusa de emociones. ¿Son estos temas reflejo de tus vivencias?

Gonzalo: «“Todo irá bien” sí es un canto a la esperanza. “Desnudos en la inmensidad” ya no tanto, más bien lo contrario; trata, o pretende hacerlo, sobre la capacidad del ser humano para cometer los mismos errores generación tras generación a lo largo de la historia, aun creyendo siempre que la suya es mejor que la anterior —o precisamente por eso— y augurando que así seguirá siendo eternamente.

“Dispara” es un contrapunto; una muestra de actitud. Viene a decir que, aunque la vida no sea perfecta y tus decisiones no hayan sido siempre las correctas, te rebeles y actúes. Hay que seguir disparando.

En cuanto a tu pregunta, sí, como ya te comenté son mis vivencias, mis recuerdos, mis pensamientos... mi experiencia vital, resumiendo. Y sí, es como una montaña rusa. Todos somos montañas rusas emocionales. Y si encuentras a alguien que no lo sea, no te fíes; ese cabrón esconde algo [risas]».

 

 

¿Cómo fue proceso creativo de Ni el tiempo ni la distancia? ¿Cómo trabajaste los temas?

Gonzalo: «Pues he de decir que para este disco no seguí, en general, con alguna excepción, mi proceso habitual, en el que primero hago la música y melodía de voz y después la letra.

Suelo coger la guitarra y tocar algo, cuando lo que toco me gusta, canto por encima y si también me gusta, hago la letra. En muchas canciones de este disco, sentado en un bar o en la terraza de casa, hice primero la letra partiendo de alguna frase que me gustaba o de algún pensamiento mañanero, que para mí son los mejores, recién llegado del otro mundo. Pero la melodía ya sonaba en mi cabeza, ya podía cantarla mientras la escribía. Luego cogía la guitarra, la tocaba y la grababa para dejarla maquetada».

 

En este trabajo seguimos escuchando americana pero, para nosotros, en menor medida que en tu primer EP, donde teñías tus letras de sonidos clásicos americanos. ¿Qué propició este «pequeño» giro en tu sonido?

Gonzalo: «Bueno, trabajé con un productor distinto y hay algún tema que, por concepto, se puede alejar un poco pero, en general, yo no percibo ese cambio de sonido. Quizá más limpio, menos cargado.

Puede ser que el idioma sea el que te sugiere también ese cambio. Seguro que si escuchases Alone at the Crossroad en castellano te sonaría menos americano [risas]».

 

 

Siguiendo la «tradición», en este álbum, como en el primero, también escuchamos varias colaboraciones musicales, como la de Pablo Pérez, Marcos Coll y José «Niño» Bruno. ¿Por qué ellos? Además de lo obvio (sus instrumentos), ¿qué dirías que acercan a los temas?

Gonzalo: «Se trata de tres súper-clase curtidos en mil batallas con diferentes artistas de talla internacional, como The Bellrays, Lisa & The Lips, Irma Thomas, Mick Taylor, Buddy Miles, Loquillo, Miguel Ríos, Calamaro, Leiva, etc. Lo que aportan es su inmenso talento, su personalidad, su gusto y su experiencia. Algo que puedes percibir tanto en lo que tocan como en lo que no tocan».

 

Este largo fue producido junto a Gustavo Redondo en Retrológico Estudio (Madrid), productor con el que trabajaste, según él cuenta, «más en buscar obsesivamente un buen sonido que en la innovación». ¿Cómo fue esa búsqueda, de qué manera definisteis, pues, este sonido?

Gonzalo: «No queríamos apartarnos demasiado del concepto de raíz en el que suelen moverse mis canciones y trabajamos en que el sonido fuera el mejor posible. Si bien es cierto que en algunas canciones intentamos no caer en los tópicos, o por lo menos no en todos, con el uso de técnicas e instrumentos diferentes para desmarcarlo un poco de lo puramente clásico».

 

Foto © Jennifer Espiñeira

 

Ni el tiempo ni la distancia llegó completo, sin ningún single que sirviese de adelanto, algo que se desmarca de lo que es un lanzamiento habitual. ¿Por qué hacerlo así?

Gonzalo: «Aunque soy plenamente consciente de ello, al ser yo el que se encarga de todo, y tener ya demasiadas cosas que hacer y en las que pensar, me daba mucha pereza sumarme una tarea más.

Estar pendiente de sacar digitalmente un single y luego otro, y otro, para al final, cuando sale el disco completo, tener que incluir esos singles dentro del lanzamiento general del disco... ¡buf! Me pareció un coñazo tecnológico de mucho cuidado. Preferí publicarlo de golpe y que seáis vosotros los que escuchéis las canciones de una en una. ¡No las pongáis todas a la vez, haced el favor! [risas]».

 

 

Poco más de diez años separan tu primer álbum de este último disco, ¿qué diferencias, o similitudes, encuentras entre ambos? Echando la vista atrás, ¿cambiarías algo de aquel debut?

Gonzalo: «La diferencia principal es el idioma. La similitud principal es el protagonista. En esencia, en ambos discos, soy yo haciendo mis canciones. Seguro que tiene más similitudes que diferencias.

Y no, no cambiaría nada. Posiblemente podría haberlo hecho mejor, desde luego, pero cada paso que das forma parte de tu camino; lo que cuenta es aprender para lo siguiente, no borrar o renegar de lo anterior».

 

Últimamente, algunos afortunados pueden escucharte por las calles de Ourense, al pie de la Ponte Vella o en la Plaza Mayor de la Ciudad de las Burgas. ¿Qué dirías que te aporta tocar en la calle?

Gonzalo: «Precisamente en Ourense, me trae muchas conversaciones con la policía local gracias a Su Más Ilustre Vecino, que cada vez que me ve, les pega un telefonazo para que se personen en el lugar del crimen para “poner orden”. Supongo que lo mío no le gusta tanto como la Panorama u Omar Montes. Todavía no me invitó a cenar o a ir con él a las termas, pero no pierdo la esperanza [risas].

Y después de este inciso cómico-reivindicativo, te digo que lo que me aporta es felicidad, fundamentalmente. Estar haciendo tu trabajo, en un contexto a priori desfavorable o inesperado, y ver las caras de los niños sonriéndote y saludándote; ver que personas que no tienen un buen día o no están pasando por un momento fácil se acercan a agradecerte que les hayas alegrado un rato; que te tiren notas desde las ventanas de las oficinas en las que, lejos de quejarse porque están trabajando, te piden canciones que quieren que toques... Para mí no tiene precio. Además, me genera seguidores y promociono mis conciertos. Es algo que empecé a hacer durante la pandemia y que todavía mantengo».

 

¿Cómo has pensado llevar el disco a los escenarios? ¿Cuándo, y dónde, podremos disfrutar de Ni el tiempo ni la distancia en vivo?

Gonzalo: «Pues el primer concierto va a ser el viernes 4 de abril en el Salón García, en Vilagarcía, con toda la banda. A partir de ahí, espero poder hacer una gira, como mínimo, por Galicia para presentarlo».

 

En la actualidad, ¿qué artista o grupo gallego nos recomendarías? ¿Algún favorito que deberíamos conocer?

Gonzalo: «Pues, ya que estamos, Marcos Coll y su disco NÒMADE (2023), por ejemplo. Bueno, todos sus discos. También el de Pablo Pérez con Lisa & The Lips, ¡discazo! Hay muchos más, por supuesto, pero por mencionarte los trabajos de dos amigos que tuvieron a bien prestarme sus servicios en este álbum».

 

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Gonzalo: «Supongo que todos los clásicos que me gustan a mí, The Beatles, Stones, Bob Dylan, Van Morrison, Roy Orbison, Marvin Gaye, Otis Redding, Bill Withers, Sam Cooke, etc., y descubrimientos relativamente recientes como Chris Stapleton, por ejemplo.

Para preparar conciertos con bandas de versiones, como el reencuentro de The Preachers hace dos meses, te puedes encontrar con Bryan Adams y su “When You’re Gone”, John Mayer, The Black Crowes... Últimamente puede aparecer Frankie Valli... Y, por supuesto, Juan Pardo aparece 100% seguro».

 

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